martes, 22 de septiembre de 2009

Cumple del Eixample

Una atenta lectura del actual plano de Barcelona, lleva a pensar que la ciudad nunca llegó a entender la potencia de la propuesta de Ildefons Cerdá para su Eixample; el área de les Glòries no deja de ser testimonio de ello. Desde el concepto de manzana urbana hasta la propia resolución de un gran nudo viario como el que tratamos, muchas ideas quedaron pervertidas por intereses diversos.


Mientras la ciudad de Barcelona construía un Ensanche burgués bien conectado con la Ciutat Vella hacia la gran villa de veraneo de Gracia, el resto de pueblos vecinos y la costa iban consolidando, con mayor o menor acierto, un tejido básicamente fabril. Para no hacer aparente la traición al sistema propuesto por el ganador, un Ingeniero de Caminos formado en Madrid, se respetaron literalmente las alineaciones y redes urbanas propuestas por éste (los caminos, propiamente) pervirtiendo a cambio lo que se entendía como ’el trabajo del arquitecto’.

Esta asunción parcial de una brillante propuesta global para el plano de Barcelona ha dado lugar con el paso del tiempo a agradecidos aciertos, pero también a grandes absurdos. El Ensanche es concebido en origen para coser todas las preexistencias. Una estudiada trama base y 3 grandes vías (Gran Via de les Corts Catalanes, Diagonal y Meridiana) que atraviesan el emparrillado conectando puntos vitales. Los nodos de esta red son de gran importancia en el diseño. Desde la resolución del chaflán hasta el estudio de las grandes intersecciones, como les Glòries, Cerdá propuso soluciones que buscaban resolver los flujos de peatones, en un momento que el uso de la calle es incluso más intenso que hoy día, y además se adelantaba al futuroen la previsión de un tráfico rodado importante junto con las redes de transporte público (ferrocarril, tranvía).


Un Ensanche pervertido, sobre-creciendo por la especulación en la ciudad, llega a la zona de Les Glòries revelando un punto caliente sin resolver, coincidente con un valle de la topografía y el contacto de varios tejidos preexistentes: El Clot y el Poblenou. La iniciativa de hacer de este nodo la nueva centralidad y resolver de este modo la conectividad con todo el plano nunca va a existir por parte de las instituciones - el centro siempre va a ser el histórico - , así que se mantendrá durante muchos años como un terreno baldío con el agravante de la colmatación de los márgenes y el trazado de grandes infraestructuras en distintos momentos. Por supuesto que en ese panorama no cabe la reflexión urbana ni se encuentra la escala del peatón. Durante muchos años esto seguirá así, hasta que Barcelona debe redimirse para volver a mostrarse al mundo en 1992. Se pierde de nuevo la ocasión para pensar globalmente en el cambio de toda la ciudad, y se actúa localmente resolviendo el cruce de los grandes ejes viarios, encerrando dentro un espacio público condenado a ser residual.


En el laboratorio de la ciudad, la placa de Petri que ha sido les Glòries ha dado como resultado un fructífero cultivo. Sucede que, en una ciudad cada vez más controlada, gentrificada y obsesionada con un hermoso espacio público que, a menudo, no se piensa para el disfrute de sus habitantes, estamos limitando los grados de libertad. Los usos que no superan el cedazo de lo políticamente correcto en la Ciudad Condal, deben buscar su espacio. Suelen relegarse a las afueras en ciudades extensivas, pero las condiciones físicas específicas de Barcelona señalan como claros huéspedes aquellos puntos en los que, por suerte o desgracia, la lupa del urbanismo estilo Gran Hermano no se posó. Bienvenidos a la Plaza de les Glòries : un correcto nudo viario que se formaliza como un gran estorbo para el transeúnte. Los grandes vacíos en sus aledaños permitieron albergar desde el histórico mercado de los Encantes hasta modernos centros comerciales, sin valorar esos dos modelos contrapuestos (emergencia contra diseño up-down). Se propiciaron usos de ocio nocturno, prostitución, mercadillos de objetos robados, barraquismo… Insistiendo en que el problema no es NUNCA la existencia de dichas actividades (lógicos subproductos urbanos en la inercia de nuestro dudoso modelo social , pese a quien pese), sino que su ubicación delata que algo se hizo MAL, sin pensar qué es una ciudad de la densidad de Barcelona y sobre todo: ¿qué es lo que necesita? En cualquier caso, corta longitud de miras.


Actualmente éste es un punto de estudio y de serio replanteo en la ciudad. Hoy, Barcelona se pregunta qué es una ciudad policéntrica, qué pasa cuando una línea de metro va de Badalona al Prat sin pasar por Plaza Catalunya o cual debe ser su imagen. Por supuesto los intereses van a ser siempre económicos, no se lleve nadie a engaño. Pero quizás, la tarea de un arquitecto interesado en la ciudad como estructura social, debe llegar más allá. El diseño de la ciudad clama que leamos en ella y detectemos los usos del habitante, que le demos libertad en ese uso, y es que la ciudad es construída en último momento por su usuario. El lápiz, el ratón, o la excavadora no hacen ciudad. La ciudad la hacen las personas que viven en ella. Otra historia es en qué deben estar pensando los barceloneses…

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